Empresas salitreras y ferrocarriles en Antofagasta, año 1879 |
EL
MENTIDO PRETEXTO PARA
LA GUERRA DEL PACIFICO
Por: Rodolfo Becerra de la Roca
Está generalmente difundido que la Guerra
del Pacífico fue provocada por Bolivia, al haber establecido un impuesto de 10
centavos al quintal de salitre exportado por la anglochilena Cía. de Salitre y
Ferrocarril de Antofagasta, contra la prohibición del Art. 4° del Tratado de
Límites celebrado entre Bolivia y Chile, el 6 de agosto de 1874.
Esta causa atribuida por Chile a Bolivia es
la que ha dado vuelta al mundo, argumento que esgrimió para justificar la
agresión a Antofagasta el 14 de febrero de 1879 y la apropiación por la fuerza
del Departamento boliviano de Litoral y después, “arrasar con el Perú en sus
cuatro puntos cardinales: robando, saqueando, incendiando, matando, violando” y
otras vejaciones y humillaciones; imponiendo exacciones, como las ejecutadas
por Linch y Letelier, en correrías llenas de atrocidades y de horror, en el
holocausto más espantoso ocurrido en la América y del que Chile se ufana a
través de Francisco A. Encina, que muy orondo escribe: “Desde cualquier punto
de vista que se la enfoque, la Guerra del Pacífico es la obra cumbre de la
historiografía hispanoamericana”(!!).
Lamentablemente, historiadores bolivianos
han repetido la falacia. Por ejemplo, Enrique Finot, para no citar a otros, en
su Nueva Historia de Bolivia, dice “Este impuesto contravenía, indudablemente,
la cláusula expresa del Tratado de 1874”, lo que no es verdad. Lo que aconteció
es que abrumados por la hecatombe de la invasión y el desconcierto, han
repetido las falsedades con que Chile ha encubierto el casus belli planeado
desde antes de 1879.
Esto deben saber todos los bolivianos.
Bolivia no incumplió el Art. 4º del Tratado de 6 de agosto de 1874.
Todos han leído el Art. 4º del citado
tratado y lo han relacionado al impuesto de 10 centavos. Pero nadie se molestó
en leer el contrato de transacción de 27 de noviembre de 1873, cuya base 4ª
dice: “Se reconoce a la Compañía, por el término de 15 años contados desde el
1º de enero de 1874, el derecho de explotar libremente los depósitos de salitre
que existan en los terrenos que quedan designados en las bases 1ª y 2ª, y el de
exportar por el puerto de Antofagasta los productos de esos depósitos, libres
de todo derecho de exportación y de cualquier otro gravamen municipal o
fiscal”.
Esto es, ¡que la compañía anglochilena,
explotaba gratuitamente el salitre boliviano!
El famoso Art. 4º del tratado dice: “Los
derechos de exportación que se impongan sobre los minerales explotados en la
zona de terreno de que hablan los artículos precedentes, no excederán la cuota
de la que actualmente se cobra; y las personas, industrias y capitales de
chilenos no quedarán sujetos a más contribuciones de cualquier clase que sean
que a las que al presente existen”.
Entonces tenemos que, por una parte, hay
una concesión de terrenos y explotación de salitre gratuitas, sin pago de
impuestos y por otra, una prohibición de no incrementar los impuestos que al
presente existen; lo que implica que el tratado reconoce que hay impuestos que
se cobra, por lo que la Ley de 14 de febrero de 1878, al aprobar el contrato de
transacción, lo hace “a condición de hacer efectivo, un impuesto de 10 centavos
en quintal de salitre exportado”, que simplemente deja sin efecto la
explotación gratuita, estableciendo un impuesto mínimo. Es decir, cobrar
derechos de exportación que el Tratado admitía que se cobraba.
Por lo demás la controversia era de índole
estrictamente privada, cuya solución competía a la jurisdicción de las
autoridades bolivianas. Mas una cuestión privada fue respondida por Chile con
el asalto aleve, provocando una hecatombe bélica sin igual en la América, que
concluyó con la apropiación de territorios bolivianos y peruanos. No hubo,
pues, ningún despropósito de Bolivia ni del Perú, para sufrir tanta calamidad
como ofrenda a la codicia.
¡Chile a los pocos meses de iniciada la
invasión, elevó el impuesto en una cantidad muy superior sobre quintal
exportado!
En muchos textos se lee que Chile trajo a
Atacama “su trabajo y sus capitales”, sin detenerse a pensar que Bolivia cobijó
a varios miles de sus connacionales que en su tierra no tenían sustento, y esa
hospitalidad generosa de Bolivia fue pagada en 1879 con tanto oprobio.
Por eso, el Gobierno de Bolivia debe actuar
con mucha cautela y desconfianza en su relación con Chile, por los precedentes
históricos que se han dado, porque no es admisible que no aprendamos lecciones
tan aplastantes del pasado.
bdlarltd@hotmail.com