Uno de los espacios reconocidos e integrados en la consolidación histórica de la ciudad de Oruro es la “Ranchería”, el registro de la fundación de nuestra ciudad se remonta al periodo colonial; la historiadora María Luisa Siux registra que: el monarca Felipe III atendiendo favorablemente la petición de los mineros y vecinos de San Miguel para fundar la Villa, la misma conllevó preceptos de soberanía y religiosidad, es así que el nombre de fundación deviene del monarca San Felipe de Austria, esto en honor al rey Felipe III que con ello sería elevado a la condición de Santo, ya que la costumbre de las ciudades y villas era de consagrar el nombre a un Santo Patrono, bajo esta devoción se organizaba la vida urbana, las fiestas, la misa de tedeum y otras actividades simbólicas.
Para ese
entonces se tiene registrado que la Ranchería de la villa de Oruro, conllevaba
dos barrios que llevaban el mismo patronimo como lo describe Zenobio Calizaya Velásquez:
la primera villa con trazas hispánicas fue la llamada ASIENTO DE MINAS DE SAN
MIGUEL DE ORURO, cuyo epicentro era la actual Plaza 10 de febrero, donde se fundó
la Real Villa de San Felipe de Austria y de esta desprendía una calle llamada
la calle de la Ranchería o también la calle de la harina y de la coca, que se conectaba con el barrio de la
RANCHERIA DE LOS INDIOS, que era un vasto espacio de casitas de estancia o
rancho, donde más tarde se erigió el templo que se conoce como TEMPLO DE SAN
MIGUEL DE LA ZONA DE LA RANCHERIA, absorbiéndole en lo posterior con el
denominativo de SAN MIGUEL DE LA RANCHERIA.
Por lo que se
fue instaurando el denominativo de la RANCHERIA en Oruro dentro el desarrollo
urbanístico tanto en el periodo colonial como el republicano, llegando a ser un
emblema importante en la tradición de Oruro, es así que se la conoce en la
actualidad como la zona de la Ranchería ubicada en la plazuela “Pantaleón
Dalence”.
Eddy Paravicini
Ramos y Alberto Luis Aguilar Calle, en su publicación denominada “Ranchería” Rescatando la Memoria Colectiva nos
remontan los hechos históricos y costumbristas que se desarrollaron en siglo
XX, cuya añoranza de la niñez de aquel tiempo resalta el espacio de
familiaridad y convivencia social en donde antes, durante y después de la
Guerra del Chaco esta plazuela de la Ranchería sirvió de escenario para varios
espectáculos como: circos, corrida de toros, pasatiempos, boxeo, lucha libre,
bailes, teatro y otros.
En esta zona vivieron
los mineros explotando los yacimientos de planta y más tarde los niños, jóvenes
y adultos desde que nacían practicaban deportes populares incluyendo los juegos
tradicionales heredados por sus abuelos, muchos son los deportistas destacados
que se forjaron en este espacio e integraron distintos equipos en el país,
seleccionados Orureños que lograron lauros en competencias internacionales.
La juventud
“ranchera” de aquella época recuerda con mucha añoranza la manera peculiar de
expresión en base a jergas, modismos y construcciones sintácticas.
Mucho antes de
la guerra del Chaco en las calles León entre Soria Galvarro y La Paz
semanalmente bajo un tinglado, grupos de comerciantes llegaban a este espacio para
la venta al por mayor de sus productos alimenticios que llegaban en camiones de
las poblaciones de: Independencia, Kaluyo y Paria entre otras, es así que el
año 1948 por determinación de las autoridades edilicias este mercadito fue
nominado como Repartición, hoy en día aún pervive esta sección de mercadeo.
Quizá los
recuerdos más memorables de las generaciones pasadas son los juegos
tradicionales populares que representaban los símbolos de paz y amor en la zona
Ranchería, esta distracción sana que difícilmente podrá ser olvidada con el
paso del tiempo: la niñez elaboraba ingeniosamente sus juguetes, entre ellos las
denominadas de pelotas de trapo (fabricado en base a una media de mujer o un
sombrero viejo, remachado con hilo y aguja) también los voladores, cuyas competencias
eran continuas en donde se dedicaban noches enteras de fiesta y sorpresa para
los vecinos de la zona que admiraban este arte, pese a que este artefacto podía
venderse, la satisfacción del niño o joven estaba en la construcción personal
del volador en el tamaño y modelo deseado.
Las cachinas, los
cochecitos a piolín, cochecitos sin motor, choca, soga, salto león, liwi liwi,
oculta oculta, piedra libre, t’unkunas, vuelan vuelvan, tresillo, gallinita
ciega, pasara mi barquito, arroz con leche, carrera de encostalados, rompe
ollas, adivinanza y otros eran los juegos tradicionales que disfrutaba la niñez
que en la actualidad es recordada con mucho cariño por los vecinos de esta
zona.
Juegos tradicionales: Rompe
ollas (Foto: “Ranchería” Rescatando la
Memoria Colectiva de Eddy Paravicini
R. y Alberto Luis Aguilar C.)
Juegos tradicionales: Festival de voladores en el monumento al faro Q’onchupata (Foto: “Ranchería” Rescatando la Memoria Colectiva de Eddy Paravicini R. y Alberto Luis Aguilar C.)
Juegos tradicionales: Frontón, desde que nacen los “rancheros” practican la k’ajcha (Foto: “Ranchería” Rescatando la Memoria Colectiva de Eddy Paravicini R. y Alberto Luis Aguilar
Plaza Pantaleón Dalence en la
actualidad