Cuenta la leyenda que Huari abandonó a su esposa kisqa
puscalluma, para crear su propio señorio,
Kisqa puscalluma gobernó el señorio aymara jacha
karangas en compañía de su hijo, Cactu.
Cuando Cactu creció decidió castigar a su padre, tomo su escudo y fue en busca de Huari, caminó día y noche, atravesó muchas cerranías, tolares y arenales hasta encontrar el camino a la ciudad encantada de piedra de Pumiri.
Después avanzó hasta lo que hoy conocemos como Tata
Sajama, residencia de su padre, ahí quiso enfrentarlo y castigarlo pero al ver
que era imposible llegar a él, regresó a casa para preparar a sus awatiris.
Al día siguiente los aymaras karangas contemplaron con
gran asombro un enorme Cactu lleno de vida propia y resistencia a toda
adversidad.
Desde entonces, nuestra marka se alimenta de dicha
flor haciéndonos fuertes y resistentes a todas las adversidades de la vida.
Vía: Ayllu Cala Cala Imprimir artículo