EL ARTE TEXTIL ANDINO
El arte textil de los Andes es un saber ancestral significativo producto de un cúmulo de técnicas, destrezas e información adquiridas oralmente durante varios milenios y enraizada en su diseño. Sus primeros testimonios arqueológicos aparecen cerca de 8.000 años a.C., estableciéndose como un hito la aparición del telar de lizos hacia 2.000 años a.C. que se constituye como el principal soporte de textos visuales de la iconografía precolombina y andina, que se conserva en la actualidad como parte de la cosmovisión andina, en la unión de los seres humanos y el cosmos.
El repertorio de las técnicas de representación y terminaciones, son las que han posibilitado que las sociedades andinas puedan transmitir una gran diversidad de mensajes: desde la experiencia de sus antecesoras en el uso de la técnica, el contenido interpretativo de sus diseños, la iconografía y aportando nuevas expresiones de valores integrados en la identidad en comunidad como una forma de alianza social.
El tejido también es considerado como un texto histórico, una memoria colectiva transmitida por aprendizaje que, si bien los hace reconocibles en su conjunto como tejidos andinos, a la vez identifica y distingue a cada una de las sociedades que participaron de esta larga tradición textil y entenderlo desde el punto de vista de sus creadores, en su condición de objeto y sujeto a decir de Arnold y Espejo (2013), forman parte en su elaboración de una red compleja de procesos que comienza “…con la crianza en rebaños de animales de fibra, así como el desarrollo de las condiciones necesarias para asegurar el bienestar, la alimentación y el cuidado de la salud de estos animales y fundamentalmente para garantizar su reproducción durante el curso de cada año”.
Inca con telar tradicional, ilustración de circa 1600, desde las crónicas de Felipe Guamán Poma de Ayala (Foto: https://www.alamy.es/) |
Desatacándose en ese sentido que, el proceso de su elaboración y diseño es una construcción holística de su creador con el mundo que le rodea, haciéndose parte importante la memoria oral, la identidad étnica, parentesco, linaje, valores y creencias que comprometen al tejedor, cuya memoria táctil-visual lo involucra corporal y socialmente tanto en la producción y propagación de imágenes mediante símbolos que superan las barreras lingüísticas, multiplicando el contexto comunicativo y escénico, enriqueciendo y precisando los significados de este singular lenguaje.
Arnold y Espejo consideran que “…esta interacción socio-tecnológica entre lo corporal y lo material contribuye al sentido identitario, tanto del artefacto así generado, como del participante (en el nivel individual o grupal) de una comunidad de práctica determinada”. Bajo la misma premisa Teresa Gisbert (2004) considera que la importancia de los textiles, tanto por sus funciones dentro de una determinada estructura social, política y religiosa, como por la facultad de los tejidos de constituir una manifestación sensible del pensamiento en la cultura que las produce, radica en los aspectos básicos del tejido para poder entenderlos, como la disposición espacial, los colores y forma, unidos al uso de una determinada técnica, se estructuran de manera que el resultado visual varia de una zona a otra o dentro de un eje temporal, pero que expresan valores culturales comunes.
Así también el arte del tejido se transmite de generación en generación y la base para su ejecución es el hilado que juega un papel fundamental porque requiere mucho conocimiento y sabiduría. Es necesario conocer, a qué lado se hila, si va de izquierda a derecha o de derecha a izquierda porque esta acción posee un determinado simbolismo; un tipo de hilado se usa para la cotidianidad y el otro para ocasiones ceremoniales y religiosas. Como también ilustra el género andino de complementariedad o el uso territorial espacial simbólico y el nexo entre el ciclo vital humano.
Bajo estas categorizaciones Arnold y Espejo (2013), identificaron un sinfín de aspectos que hacen al mundo del orden social de convivencia humana, entre ellas el rito de adquirir identidad, la entrega de los dones, ritos de paso, matrimonio, muerte, herencia entre otros, que identifican el rol del textil en el aspecto más intracultural e intercultural de una sociedad, como el relato en el rito del nacimiento y sus prohibiciones y atribuciones, que representa una funcionalidad indisociable de los valores que integra una entidad. “la embarazada debe observar una serie e limitaciones que le prohíben hilar o torcer hilo, ovillar o tejer… la embarazada debe evitar ante todo realizar actividades de tejido durante la gestación, ya que de lo contrario se va a “tejer” el cuerpo de la mujer, impidiendo el alumbramiento de la guagua”. Las abuelas maternas y paternas ayudan a la nuera a elaborar prendas nuevas. “si el recién nacido era un varón, se lo envolvía con una honda elaborada por el padre… en cambio a las niñas se les hace agarrar piedras o huesos de color blanco en forma de sawu tawaqu, es decir la joven tejedora”.
Bajo estas connotaciones conocer la importancia de los tejidos no solo hace a la identidad del sujeto andino su memoria oral o su técnica, son aspectos que debemos considerar, como alternativas de enseñanza y aprendizaje de valores, formas de red de relaciones sociales que puedan integrar y ayudar a las nuevas manifestaciones sociales que vivimos hoy en día, alejados de constructos alternativos que permitan a nuestra juventud elegir caminos que ayuden a fortalecer la convivencia social y cultural en nuestro departamento.
Textil Andino: saber ancestral adquirido oralmente (Foto: http://www.negociospress.com.bo/wp-content/uploads/2018/05/Tejido-3.jpg) |