NAVIDAD EN TIEMPOS DE COVID
Las plazas y parques que se encontraban en el
centro de la ciudad estaban adornados con luces multicolores, árboles de
navidad, grandes muñecos de nieve, papá noeles, renos, guirnaldas y cajas de
regalos colocados en diferentes puntos estratégicos, daban una imagen de
tranquilidad y regocijo por la llegada de la navidad.
La iglesia central que estaba casi junto a la plaza
principal, tenía una imagen adusta y como único adorno tenía la representación
de un nacimiento del niño Jesús a escala natural, que es como generalmente se
adornan las iglesias católicas en estas fechas. Con la sola excepción que junto
al nacimiento alguien había colocado un papá Noel, que lanzaba un jojojo
intermitente.
Sin embargo esta navidad era muy rara… no había
gente en las calles, un silencio sepulcral dominaba estos espacios, que era
interrumpido por una lluvia intermitente característica de esta época en esa
ciudad.
Ocasionalmente
aparecía un carro policial, irrumpía en el silencio de la noche y tal
como aparecía, se perdía en la penumbra seguramente buscando a infractores que
deambulaban a esas horas nocturnas.
¿La navidad había muerto?, ¿había desaparecido la
gente?, ¿Dónde estaban todos en la navidad del 2020?
El Ministerio de Salud, siguiendo los pasos de
otros países, informaba cada noche el número de infectados, muertos y
porcentajes departamentales, además en estas fechas declaraba en los diferentes
medios de comunicación, lo siguiente:
̶ Durante estas festividades, el
Ministerio de Salud nos recuerda la necesidad de cumplir las ya conocidas 6M:
- Mascarilla:
uso de ella todo el tiempo posible. También en reuniones familiares.
- Metros:
mantenimiento de la distancia física interpersonal de al menos 1,5 m.
- Manos:
lavado frecuente de manos, preferentemente con agua y jabón.
- Menos
contactos y en una burbuja estable.
- Más
ventilación: priorizar las actividades al aire libre y mantener las
ventanas y puertas abiertas en la medida en que sea seguro y factible
según la temperatura.
- Me
quedo en casa si tengo síntomas o me han diagnosticado de COVID, si estoy
esperando resultados o si he estado en contacto con un caso. En
definitiva, minimizar número de relaciones (preferiblemente siempre la
misma burbuja).
̶Asimismo, el Ministerio destaca la importancia de
respetar el número máximo de personas
permitidas en reuniones y que se cumplan todas las medidas necesarias en los encuentros familiares y de amigos/as para
evitar contagios. Y es que en las comidas existe un mayor riesgo de infección,
por eso, se debe extremar las medidas covid, prioricen el aire libre y utilicen
platos individuales, sin fuentes
en el centro ni aperitivos para compartir los alimentos. Fin del comunicado.
Pero todo esto, parecía ya no importarle al anciano
que de manera dificultosa caminaba en medio de la llovizna, delgado, con los
ojos hundidos, protegía su cuerpo con
una chamarra y un sombrero, no le importaba estar totalmente mojado, seguía
caminando por las desiertas calles, evitando
el contacto con policías u otras personas.
Avanzaba lentamente… rengueando… parecía estar muy
débil, jadeaba con la boca entreabierta, apoyándose a ratos en las paredes para
descansar.
De repente, un fugaz recuerdo llegó a su mente.
̶ Cuando niño, junto a los chicos del barrio, nos
íbamos en pandillas de adoradores en Navidad, recuerdo a Lucho, Juan, Eduardo y
otros más. Éramos como 20 llokallas, que
llevábamos requintos, chullu-chullus (sistros rústicos), pajarillas,
silbadores. ¡el José se vestía de negrito rapa bolsa!, era divertido ver como arrojaba
un gallo delante del nacimiento, mientras bailábamos y todos corrían, queriendo
agarrar al gallo̶ se decía mientras una sonrisa cansada salía de su
rostro.
̶ ¿Como
decía esa tonada de villancico?, hummm decía más o menos así:
Estrella del cielo
Aurora del mar
Un gallo nos despertó
Con su lengua tan alegre
Diciendo “Cristo nació”
̶ ¡Jahh!.. Y
si nos encontrábamos con otro grupo de rezadores pues ¡samba canuta! a ganar o
que ellos sean parte del grupo ¡porque nosotros nunca perdíamos!̶ mientras
avanzaba lentamente y una pequeña tosecilla empezaba a afectar sus pulmones.
Tardó en recobrar sus fuerzas, vio que estaba cerca
de la plazuela del poeta, donde se paró a descansar un poco, a lo lejos se
escuchó un trueno, mientras observa al querubín de piedra que tiene una lira en
sus manos.
̶ ¡Hola
amigo mío!, aún recuerdo cuando fuiste mi único testigo de matrimonio… ¿la
recuerdas, ella era muy hermosa!̶ pero
la estatua no le respondía. Sus ojos empezaron a tornarse vidriosos, y hablaba
para sí, observando al angelito silencioso.
̶ Hoy, en este mismo lugar donde nos juramos amor
eterno, quiero decirle allí, donde esté… ¡gracias por haber sido mi compañera!,
me diste un hermoso niño, mi Manuelito, siempre fuiste comprensiva, no teníamos
mucho dinero, pero éramos felices, la navidad junto a ti, eran todo risas.
Mi linda esposa, como adorabas regalarnos en el
desayuno con buñuelos y pasteles cargados de queso, nos dabas api, porque el chocolate
esas veces costaba una barbaridad, jamás volví a probar una picana como la que
sabias hacer. ¡Te lo juro mi amor!.
Manuelito siempre tenía un muñeco de sus personajes
favoritos tejidos a crochette por ti y recuerdo que le decías que ese juguete,
era mejor que el de sus amigos, porque tenía libertad de movimiento y era
verdad.
Una lágrima se asomó en su mejilla, trato de
alcanzar la mano del querubín, pero no pudo.
̶ Mi querido ángel del amor, envía este mensaje.
̶ La felicidad con mi esposa no fue eterna. El
cáncer se la llevó… ¡la mató! y a pesar de que gaste una fortuna en buscar una
cura, no pude salvarla, pero me regocija que ella veló por nuestro hijo desde
el cielo… hice todo lo que pude para que nuestro Manuelito, sea un hombre de
bien, eso no me lo puede reprochar el amor de mi vida.
El anciano se enjugó el rostro de las lágrimas y de
la fina lluvia que le impregnaba en todo el cuerpo, mientras continuó su
marcha, soltó un ademán de hasta luego a la imagen del querubín, que derramaba
lágrimas… lágrimas de lluvia, para despedirse de este sutil confesante.
Ya faltaba poco para llegar a su destino, se
escuchó un trueno que curioso iba siguiendo al anciano, pues se escuchó su
presencia muy cerca.
De repente el viejo hombre se escondió tras un portón
enorme, ya que en la calle adyacente cruzó raudamente una ambulancia con el
habitual sonido de sirena, ̶¡seguramente algún enfermo! y más que seguro
de covid̶ se dijo para sí, mientras un
sonido seco salía de su garganta, su cuerpo pedía aire y dificultosamente podía
cumplir esta demanda. Finalmente un breve escupitajo acabó con la lucha por
tener un céfiro en sus pulmones y siguió su lento camino, mientras recordaba la
noticia que le habían dado un día antes.
̶ ¡Señor Mamani!, lamentablemente debo informaros que
vuestro hijo Manuel, su esposa y la pequeña niña, que supongo era la hija de
ellos, han fallecido hace tres días debido a complicaciones del covid-19. Sepa
considerar que recién descubrimos el hecho.
̶ Debido a las condiciones de la pandemia, fueron
cremados y si desea recoger sus cenizas puede hacerlo en las oficinas del
Ayuntamiento de Madrid, nuevamente mis condolencias ̶finalizó
la voz femenina que tenía un tono hispano en el habla.
El anciano no había podido reaccionar, el mismo se
encontraba convaleciente en su cama en
el cuarto que alquilaba, nadie lo
visitaba, menos ahora. Recordó que hace cinco días atrás, cuando fue a la
farmacia, la dependiente detrás de un muro de plástico y con barbijo de por
medio le había dicho ̶ Parece que lo que usted tiene es covid,
debería hacerse el tratamiento, ¡pero está un poco caro!, vaya a la asistencia pública,
ahí tal vez le atiendan.
Seguía avanzando, sus ojos estaban enrojecidos, las
lágrimas querían brotar de ellos y otro recuerdo vino a su mente.
Recordó cuando despidió a su hijo en el aeropuerto, Manuel estaba feliz junto a su familia, lo había abrazado cálidamente y había prometido comprar una casa y abrir un negocio, -―“para que vivamos todos juntos papá, apenas consiga lo necesario volveré a Bolivia, te lo prometo papá”―
El anciano perpetuó en su memoria la imagen de los
dos jóvenes esposos que se despedían de él y como su nieta le dejó un pequeño obsequio
y un beso. Lo último que llegó a su mente fue cuando el avión partía.
El anciano lloro en silencio, se le hizo un nudo en
la garganta, recordando a su hijo, a su nuera y a su pequeña nietita, Juanita
la “nena” de largas trenzas y ojos negros como aceitunas, Juanita, la nena que
le había regalado un hombre de nieve, prometiéndose ambos que iban a ir juntos
a adorar al niño Jesús.
̶ Te
enseñaré como se adoraba antes al niño Jesús̶ había dicho el anciano, mientras la niña le
había dado un largo beso en su mejilla ̶ ¡Te quiedo abuedo! repuso la nena.
Así el anciano continuaba su faena, finalmente, llegó
a la iglesia. La lluvia seguía cayendo, esta vez con más fuerza, el curioso trueno
siguió acompañándole y esta vez retumbó aún más fuerte. ¡Será por ello que
prácticamente la ciudad estaba muerta! El anciano observó el pesebre, todas las imágenes del nacimiento estaban empapadas,
la imagen de Santa Claus, seguía con su JOJOJO.
El anciano, hurgó dentro de sus bolsillos y sacó el
muñeco de nieve y dijo: ―¡niñito Jesús esto me ha mandado la Niña... mi niñita
Juanita que ya está a tu lado y vengo a cumplir la promesa que te hicimos
ambos!
Acto seguido, colocó el hombrecillo de nieve junto
al Papa Noel. El anciano se agachó pesadamente pero logró su objetivo.
Retrocedió sin dar las espaldas al pesebre, hizo
una venia y comenzó a cantar en medio de la fina lluvia.
Señora Santa Ana
Toca tu campana
Porque el Niño llora
Por una manzana (tosió en voz baja)
Señor San Joaquin
Toca tu violín
Porque el niño llora
Por una manzana
(Tomo aire dificultosamente con una inspiración
seca)
Aporreó
el suelo en un charco que se había formado en el piso y dijo.
¡Golpe en Tierra!
Y cantó
En el cielo y en la tierra
¡Jawas pankharita! (que significa en aymara:
florcitas de haba)
Una
fuerte tos intermitente, le hizo callar por un par de minutos, buscaba llenar
de aire sus pulmones, mientras en la soledad de la noche, el Papá Noel seguía
cantando su JOJOJO, la lluvia seguía esta vez, más fuerte.
El
anciano se encaramó, volvió a tomar aire dificultosamente y continúo su
adoración.
A la media noche en punto
Nació Jesús sol radiante
Que la aurora fulgurante
Ofrece gozosa al mundo (una tos seca intermitente
le afectó)
Oh que lindo rubicundo
Es Jesús en su belleza
Adoremos pues al Niño
Con alegría y altezzzzzzzzzz…..
Cayó de bruces al suelo, la lluvia cesó, el intruso
trueno calló, el anciano observó que mágicamente había cielo límpido lleno de
estrellas, intento levantarse pero ya no
tenía fuerzas, un charco de agua, rodeaba su cuerpo.
Sonrió…
solo atino a dirigir su mirada al pesebre y de manera dificultosa dijo:
Cof cof cof
Ya… me voy (suspiro) me voy
Mi niñito Dios,
Hasta el
próximo año (dificultad para respirar)
Te digo Adiós.
Todos los
personajes del pesebre María, José, los reyes magos y el niño Jesús, miraban al cuerpo yacente, cerca de ellos el
pequeño hombre de nieve, incluso el Papa Noel de juguete ya no decía el JOJOJO,
había callado, parecía que todas las imágenes estaban llorando, pero eran las
ultimas gotas de lluvia que caían de sus rostros.
El
anciano sintió una paz interior, empezó a sentir que el ambiente se tornaba
oscuro… ya no sentía, dolor ni frio, ya no le molestaban sus pulmones,
respiraba mejor, simplemente cerró sus ojos y dijo:
̶ ¡Ya quiero irme!̶
De esa
manera esperando el fatal desenlace, pudo escuchar una vocecilla muy conocida
por él, que le decía
̶ ¡Abuedo… abuedito!
Abrió los
ojos y vio que su pequeña nietita, le observaba toda sonriente, y que además le
tomaba la mano, su corazón se llenó de gozo, la niña le ayudó a incorporarse.
̶ ¡Vamos
donde mami y papi!̶ dijo la niña y vio
que a unos 50 metros se encontraban su hijo Manuel y su esposa, ambos
sonrientes y que le abrían los brazos esperándole… el anciano sonrió y los
siguió ayudado por su nieta, se fueron juntos a celebrar las navidades.
Al día
siguiente, en el periódico de la ciudad, salía la noticia. Un anciano murió
frente al pesebre de la iglesia central de Oruro y como subtítulo decía: Las autoridades
policiales asumen que murió por el covid-19, aunque también se manejó la
hipótesis de que haya sido por hipotermia.